Casi tres días demoró el Presidente Gabriel Boric en darse cuenta de su error. Fue el domingo de la semana pasada, cuentan quienes han conversado con él los últimos días, cuando el Mandatario fue consciente de que sus intentos por abordar con transparencia la denuncia por violación en contra del exsubsecretario Manuel Monsalve tuvieron un efecto desestabilizador.
Hasta antes del domingo, Boric aún defendía entre sus cercanos que su actuar había sido correcto dadas las circunstancias en que se enteró de la denuncia y la información que se tuvo inicialmente. A esa altura eran dos las decisiones que pesaban sobre sus hombros. La primera, reunirse a solas con Monsalve la noche del martes 15 de octubre en La Moneda, dejar “en proceso” su salida, darle tiempo para recabar más antecedentes y autorizarlo a viajar hasta Concepción -lo que hizo en medios institucionales- para que hablara con su familia.
La segunda decisión se remonta al viernes 18 de octubre, cuando se paró frente a la prensa durante 53 minutos y respondió 31 preguntas en el marco de una actividad en la comuna de Lampa. Exponerse ante todo el país respondiendo un exigente cuestionario de la prensa, sin tener los hechos precisos y revelando impericia y ansiedad ante los hechos, fue el ingrediente que azuzó una crisis sin control que tiene hundida a La Moneda en una tormenta que no da tregua y en la recta final de una elección.
Luego de ese viernes, cuentan conocedores de lo ocurrido, Boric justificó su actuar. Por un lado se defendía por haber dado 48 horas a Monsalve dado que él desconocía los detalles del contenido de la denuncia por violación. Además se escudaba ante los críticos de su conferencia de prensa haciendo gala de uno de sus atributos personales: la transparencia.
El Presidente apostó a que su propio capital político sería suficiente para contener el vendaval que lo acechaba. Pero el efecto fue el contrario: cada una de sus respuestas sumó nuevas contradicciones a las versiones dadas en Palacio previamente.
El punto de quiebre de su evaluación estuvo motivado por la confirmación de algunos antecedentes que ya estaban sobre la mesa. Por un lado, el uso de recursos públicos -el avión de Carabineros- para ir hasta Concepción y las dudas de si usó el viaje para el único fin autorizado: avisarle a su familia de lo que se vendría en adelante.
El segundo elemento que pesó fue constatar que las 48 horas que le dio a Monsalve fueron un bumerán que se devolvió hasta su propio despacho. Haber terminado empatizando con el exsubsecretario, quien le aseguró no saber de la denuncia en su contra, dejó al Mandatario “arrepentido y dolido”. Más aun cuando se trataba de una pieza clave de su gobierno, el hombre fuerte de la seguridad y uno de sus primeros aliados en el PS cuando en 2021 emprendió su aventura presidencial.
A todo eso se sumó la culpa del Presidente por su polémico punto de prensa. Ese mismo viernes, cuando llegó a Palacio, una de sus primeras reacciones fue que, ante su comité político, ofreció disculpas a su directora de Comunicaciones, Nicole Vergara.
Quienes han hablado con el Presidente durante la crisis comentan que ese mismo día tuvo conversaciones telefónicas con algunos de sus orejeros, como Eugenio Tironi, y en esas llamadas supo que su buena intención terminó en un complejo error político. Además generó eventuales riesgos colaterales. Al confirmar que supo de la revisión de las cámaras por parte de Monsalve, se puso como posible foco de interés para la Fiscalía en la arista por obstrucción a la investigación.
En la alianza de gobierno la señal más clara de lo dolido que estaba Boric llegó el domingo. El diputado y expresidente de Convergencia Social Diego Ibáñez (FA) verbalizó lo que, dicen, es el sentir del Mandatario. “Aquí hay alguien que traicionó la confianza del Presidente de la República”, dijo Ibáñez. Sus palabras fueron secundadas días después por el diputado Gonzalo Winter (FA). El parlamentario, quien además es amigo personal del Mandatario, afirmó categóricamente que Monsalve era un traidor.
Una orden desacatada
La crisis no solo golpeó a Boric, sino que amenaza con derribar el complejo equilibrio que sostiene a Carolina Tohá (PPD) como jefa de gabinete. Y, de paso, hizo crujir el diseño que -hasta antes de la crisis- tenía en mente el Ejecutivo para las semanas posteriores a las elecciones de este fin de semana.
Presionados por la fecha tope para que las autoridades salgan del gabinete para competir en las parlamentarias de 2025, en La Moneda se había afiatado la idea de realizar -antes del 16 de noviembre- un cambio acotado. Este incluiría a un puñado de nombres: la ministra de Defensa, Maya Fernández (PS), quien aspira a competir por un cupo senatorial en Valparaíso, y la subsecretaria general de Gobierno, Nicole Cardoch (PS), quien competiría por un distrito de la Región de O’Higgins. A ellas dos se suman los ministros comunistas Jeannette Jara y Nicolás Cataldo. En principio, la primera se quedaba para reemplazar a la vocera Camila Vallejo (PC), quien empieza su prenatal a fines de diciembre. El segundo, estaba en la lista corta para salir del gabinete.
Sin embargo, el cuadro cambió por completo tras la aguda crisis que ocasionó el caso Monsalve y la idea de un cambio acotado quedó atrás. Varios piden un ajuste más profundo, que ahora incluso podría tocar Interior. Todo quedará sujeto a lo que ocurra con Tohá y -como consecuencia- con su par de Mujer, Antonia Orellana (FA). Y aún queda un punto en suspenso: el efecto que tendrán los resultados electorales de este fin de semana.
El rol de Tohá se ha transformado en el gran nudo político de esta crisis. Una de las grandes incógnitas que rodean el caso Monsalve es el alcance de la conversación que tuvo la ministra del Interior con el Mandatario la tarde del martes 15 de octubre. “La permanencia del subsecretario Monsalve es insostenible”, habría sido parte del diálogo de Tohá con Boric, según quienes han tenido contacto con ambos.
Tal como lo confesó ella misma, la primera información sobre la denuncia la recibió la tarde de ese día por parte del director de la PDI, Eduardo Cerna. “Se la informé inmediatamente al Presidente”, admitió Tohá el jueves 17 de octubre, cuando explotó el caso luego de que fuera dado a conocer por La Segunda.
Tohá y Boric no han dado detalles de la conversación. El contenido se guarda con extremo hermetismo y recelo en Palacio. Pese a eso, las mismas fuentes añaden que la titular de Interior transmitió al Mandatario que era necesario tomar una “decisión inminente” y que dados los antecedentes sobre la mesa -abuso sexual, violación y asuntos vinculados a inteligencia- Monsalve debía salir de su cargo.
Ante la información entregada por Tohá, el jefe de Estado retrucó haciendo preguntas sobre la veracidad de lo reportado por la policía civil. La titular de Interior habría replicado diciendo que la denuncia derivó en una investigación en el Ministerio Público y que se acortaban los tiempos porque todo indicaba que el hecho se haría público en los próximos días.
La sucesión de los acontecimientos posteriores ya es conocida: el martes, Boric citó a Monsalve a La Moneda, tuvieron una reunión privada; el miércoles el exsubsecretario partió a Concepción, volvió a Santiago; el jueves participó en la Comisión de Presupuesto y luego renunció en una vocería en Palacio, donde además defendió su inocencia. A esa secuencia ahora se agregan nuevos episodios.
En Interior comentan a La Tercera que la noche del martes 15 de octubre el Mandatario “dejó en proceso la salida del subsecretario” y que así se le informó en esa misma cita. Luego vino una desobediencia que, hasta ahora, no ha sido revelada. En Interior dicen que el Presidente resolvió que Monsalve debía llamar esa misma noche a la ministra Tohá para juntarse con ella, cosa que no ocurrió. Esa conversación, aseguran, solo se produjo el jueves en el Congreso.
Tohá en la cuerda floja
En sectores del oficialismo le reprochan a la jefa de gabinete no haber cuidado correctamente a Boric en los días posteriores.
Le atribuyen que no solo expuso públicamente al Presidente al decir que de manera “inmediata” llevó la denuncia hasta su oficina, sino que días después -el lunes 21 de octubre- dio la estocada final: “La información fue desde un primer momento completa. La entregó el director de la PDI a mi persona respecto a que había una acusación respecto al exsubsecretario por abuso sexual y por violación, y que en la investigación también se estaba abordando el uso que él hizo de la Ley de Inteligencia para solicitar que se levantara información. Eso estuvo informado por el director de la PDI y así fue informado al Mandatario”. La misma explicación la repitió el viernes.
La aclaración de Tohá no solo debilita la versión dada por Vallejo -quien justificó las 48 horas concedidas a Monsalve diciendo que el gobierno no conoció el “contenido de la denuncia”- sino que deja en jaque mate al propio Mandatario. Tanto así que conocedores de cómo se ha vivido la crisis puertas adentro de Palacio se atreven a decir que este hecho quebró la “confianza política” que había cultivado Boric con Tohá. Más aun cuando todo se hizo a espaldas del comité político.
Sin embargo, en Interior se defienden. En la cartera que lidera Tohá comentan que “los temas de Inteligencia no pueden compartirse”, haciendo referencia a lo que tiene que ver con las gestiones realizadas por Monsalve -bajo pretexto de la Ley de Inteligencia- para ordenarle a la PDI que investigara un supuesto acto extorsivo en su contra. Dicho eso, en Interior insisten en otro dato adicional: que la salida y los aspectos que se podían informar serían comunicados al comité político el jueves. Pero la noticia llegó a la prensa antes.
La exclusión de gran parte del comité político generó una ruda guerra civil. La ministra Orellana, una de las mujeres fuertes del FA, se enteró del escándalo el jueves cuando llegó a Chile desde Ginebra. Se indignó, llegó rápido a Palacio y entre gritos amenazó con renunciar si no sacaban a Monsalve cuanto antes. Su molestia se aplacó luego de que se le asegurara que ese mismo día la exautoridad dejaría su cargo.
Pero lo que vino después es una larga sangría que terminó por cortar la frágil relación que existía entre Orellana y Tohá. La primera no ha ocultado su molestia por el manejo de una crisis que puso en entredicho el carácter feminista que el mismo gobierno puso como eje central de su gestión. Este punto, además, es parte de las culpas que atormentan a Boric, dado que, de manera involuntaria, terminó horadando el relato de un gobierno antiprivilegios, que combate los abusos y la violencia machista.
La molestia de Orellana también se explica por las voces que la posicionaron gratuitamente en el corazón del conflicto. Dirigentes del Socialismo Democrático la acusan en privado de alentar las críticas de parlamentarios del FA e incluso de promover el reproche de que Tohá no ha cuidado como debería al Presidente.
De paso también trizó el vínculo entre Orellana y Vallejo. La vocera también fue excluida del caso y recién se enteró el jueves. A diferencia de Orellana, ha mantenido un rol más institucional y no ha visto con buenos ojos el excesivo despliegue de la frenteamplista para defenderse de las fuertes críticas en su contra, en vez de centrarse en no seguir amplificando la crisis.
El FA cerró filas con Orellana y el Socialismo Democrático con Tohá, pero de manera más tibia. El PPD la sigue apoyando, pero en el PS ya empezaron a soltarla. No solo porque hay algunas voces que coinciden en que fracasó en su rol de ser “el fusible” que protege al Mandatario, sino que también por quienes creen que hay que protegerla de la embestida de la derecha.
A partir del lunes la oposición pretende avanzar en una fuerte ofensiva en su contra -o en la de Orellana-, que podría incluir una acusación constitucional que, a diferencia de todos los fracasos anteriores, ahora podría tener éxito.
Quienes han hablado con Tohá esta semana la ven agobiada. Tal como suele ser su estilo, ha pedido poca ayuda. Incluso, dadas sus últimas declaraciones, algunos la perciben más enfocada en hacer una defensa “personal más que institucional”. Pese a eso, Tohá no ha dado señales de querer irse del gobierno.
El futuro de la ministra del Interior es la pieza clave del ajedrez que ya se empezó a jugar en La Moneda. Si bien al inicio de la semana hubo voces en los partidos que empujaban por un cambio en el diseño del gobierno poselecciones, con un posible adelanto de cambio de gabinete, por ahora la sugerencia está descartada. Boric no quiere apurar los movimientos, tanto por falta de elenco como porque aún la crisis está en pleno desarrollo. Por lo mismo, en Palacio comentan que, hasta ahora, el diseño sigue apuntando a hacer los movimientos la primera quincena de noviembre.
En Palacio comentan que el Presidente aún no decide si dejará caer a Tohá en los próximos días, por cuanto su salida estaría irremediablemente atada a la suerte que correría la ministra de la Mujer, una estrecha colaboradora de Boric. Dos piezas que no estaban en el tablero de un posible ajuste ministerial hasta hace diez días.
Una alianza quebrada
La crisis no solo ha provocado cortocircuitos al interior de Palacio, sino que también amenaza con derribar el deseo de Boric de conseguir una sola coalición de largo plazo.
El lunes 21 de octubre, a las 9.30 horas, los presidentes de los partidos oficialistas se reunieron por Zoom. Nadie faltó a la cita. El fin de semana previo, los ánimos al interior de las coaliciones que sustentan al gobierno se habían encendido con acusaciones cruzadas, al punto de que algunos dirigentes llegaron a temer que esta crisis fuera la antesala de un quiebre definitivo.
Ese día la agenda de la convocatoria tenía tres temas, pero lo que se tomó casi todo el debate fue la crisis política que se desató por el manejo del caso Monsalve.
La primera en abrir los fuegos fue la presidenta del FA, Constanza Martínez. La exdelegada presidencial se quejó ante sus pares de que los únicos que habían salido a defender al gobierno eran ellos, por lo que estaban pagando los costos de la crisis.
Desde el Socialismo Democrático, en particular desde el PPD, retrucaron a Martínez. Incluso, buscaron declaraciones que habían hecho dirigentes del sector en un intento por frenar las críticas frenteamplistas. Más aun, los partidos de la vertiente socialdemócrata explicitaron la desconfianza que hay entre sus filas respecto de actitudes que le atribuyen a la ministra Orellana. “Ha estado más preocupada de salvar su imagen como feminista que de cuidar al gobierno”, señalaban figuras del PPD, temerosas, a su vez, de que los frenteamplistas hubieran puesto en marcha una ofensiva destinada a concentrar en Tohá la responsabilidad de los desaguisados cometidos por La Moneda, lo que podría dañar definitivamente las aspiraciones presidenciales de la principal carta del PPD.
Pese a que las desconfianzas seguían latentes, se optó por comprometer esfuerzos para evitar que la fractura se siguiera ensanchando. “No podemos seguir endosando las responsabilidades al otro sector y estimulando la confrontación”, plantean algunos.
En lo que sí hubo consenso fue en lo mal que el gobierno y el Presidente habían manejado las cosas. Todos los presentes sabían que había sido un error la decisión de encapsular el tema de Monsalve en el corazón de La Moneda, excluyendo al resto de los ministros del comité político y a la Secom. De hecho, fue recién el fin de semana pasado, señalan en La Moneda, cuando se pidió a la Secom que se involucrara en la gestión de la crisis.
Ese mismo lunes, al anochecer, se reunió en forma extraordinaria la comisión política del PPD. En la colectividad que preside el senador Jaime Quintana había alarma por el futuro de Tohá, por lo que la cita se convirtió en una dura catarsis que para muchos de los asistentes no quedó completamente reflejada en la declaración pública que terminó dando a conocer el partido.
En ese texto la comisión política del PPD respaldó la polémica performance del Presidente Boric durante la conferencia de prensa en Lampa, pese a que prácticamente había consenso en que fue un error. El comunicado luego fue enviado por Quintana a Boric, quien agradeció el gesto.
Con el gesto, el PPD pretendía aplacar los cuestionamientos que desde el FA estaban haciendo al rol de Tohá y evitar así su caída. Pero, al mismo tiempo, el partido acordó hacer un acto de apoyo público a la ministra. La idea era que una amplia delegación -que incluía a miembros de la mesa directiva, de la comisión política y de las bancadas de diputados y senadores- llegara el jueves 24 de octubre hasta el Ministerio del Interior para respaldarla.
La iniciativa generó preocupación en círculos oficialistas, pues podía terminar generando una nueva andanada de cuestionamientos hacia la jefa del gabinete político. Poco a poco algunos dirigentes que comprometieron su asistencia fueron excusándose debido a que estaban concentrados en el cierre de las campañas municipales. A eso se sumó la tragedia de los alumnos quemados en el Internado Nacional Barros Arana. Así fue como a las 19.15 horas del miércoles la directiva informó que la visita a Tohá había sido suspendida.
La noticia generó alivio en el PS. El expartido de Monsalve había logrado alejar la crisis de la colectividad. Pese a que se enteraron por la prensa el jueves 16 de octubre, los socialistas optaron por suspender de inmediato la militancia de Monsalve y rechazaron cualquier defensa corporativa del cuestionado exsubsecretario. Por el contrario, el viernes 25 de octubre el Tribunal Supremo del partido lo expulsó, aunque en la antesala de esa cita Monsalve puso fin a 32 años de militancia socialista.
En los últimos días, más que declaraciones públicas que poco ayudan a contener el conflicto, la directiva del PS, encabezada por la senadora Paulina Vodanovic, ha desplegado gestiones al interior del gabinete, en el Congreso y con las demás directivas de las coaliciones del gobierno para tratar de evitar un quiebre mayor.
Al cierre de la semana, las tensiones bajaron levemente y las gestiones partidistas se centraron en cerrar las campañas, justo en medio de un pesimismo instalado en el oficialismo. El tema de fondo, que reina en varios de los partidos, es si las dos coaliciones serán capaces de evitar un eventual quiebre cuando el domingo tengan los resultados en mano. “La relación aún es cordial, pero no sabemos qué pasará a partir del lunes 28 de octubre si es que los resultados electorales no son los que esperábamos”, afirma en privado uno de los timoneles oficialistas.
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