Era una mañana de sol escondido cuando el “Presidente Inflao” (sin sigla), conocido por su amor incondicional a la inflación, despertó con una sonrisa en el rostro. “¡Qué hermoso día para imprimir más dinerituy!”, exclamó al levantarse tarde.
Luego se dirigió al (saqueado) Banco Central de Plurivia, donde lo esperaba su leal ministro de Economía -en recesión-, Don Billetín. “Señor Presidente, ¿cuál es el plan para hoy?”, preguntó Billetín, ya con la imprenta lista.
Vamos a hacer algo especial hoy”, dijo el “Presidente Inflao”, mientras intentaba ajustarse una corbata en su rolliza papada. “Quiero que imprimamos tanto dinero que incluso las monedas se devalúen antes de que salgan de la fábrica”.
Billetín, siempre dispuesto a complacer perrunamente, respondió: “¡Excelente idea Presi! ¡El pueblo se merece más dinero para malgastar bien!”.
Mientras tanto, en las calles, la gente trataba de mantenerse al día con los precios que cambiaban más rápido que los semáforos. Doña Luchona p.ej., una anciana que vendía gritaba: “¡Salteñas de pura papa a sólo Bs 10 millones cada una! ¡Aproveche antes de que suban a Bs 20 millones y nos quedemos sin jigote!”.
En el mercado, la confusión reinaba. Los precios de los productos de la canasta básica tilinesca cambiaban cada cinco minutos. “¡El papel higiénico (rosado-lija) está a Bs 500 mil el rollo, pero en cinco minutos sube a Bs un millón!”, anunciaba el parroquiano deambulante por el altavoz del mercado.
Entretanto en el Palacio Presidencial (con tres cocinas a su insaciable disposición), “Inflao” recibía a una delegación internacional. “Señor Presidente”, comenzó el embajador de un país lejano, “estamos preocupados por su tasa de inflación. Su moneda se ha convertido en un chiste malcontado en los mercados internacionales”.
“Inflao”, con una risa despreocupada, respondió: “¿Un chiste? ¡Qué bueno! Siempre he pensado que la economía debería ser divertida. Además, ¿quién quiere estabilidad cuando puedes tener emoción cada día?”.
Al final del día, el “Presidente Inflao” (sin sigla) se recostó en su payasa, satisfecho con su obra. “Mañana imprimiré aún más dinero”, pensó. “No hay nada como el sonido de las prensas y el olor del dinero recién impreso por la mañana”.
Y así, el país continuó su marcha hacia el abismo inflacionario, mientras el “Presidente Inflao” (sin sigla) soñaba con nuevas formas de inyectar adrenalina a la economía con su amada inflación. Tilín-talán….
Tras esta breve representación satírica de un Presidente, como el plurinacional, que disfruta tener “una de las inflaciones más bajas de la región” (según él), nos toca aterrizar en la no muy distinta realidad de una Bolivia; cuya “emisión monetaria en 2023 superó los niveles registrados en la pandemia.” (El Deber, 19.05. 24)

Al respecto de este síntoma hiperinflacionario en la economía plurinacional, se debe señalar que emitir una cantidad excesiva de Bs -sin respaldo- lleva a un aumento exponencial de la inflación. A medida que más dinero persigue la misma cantidad de bienes y servicios, los precios tienden a subir. Lo que suele conducir a la hiperinflación donde los precios suben de manera descontrolada, deteriorando aún más el ya mermado poder adquisitivo de una moneda feble como es el Bs, desde hace 18 años.
Asimismo, la sobreemisión de billetes devalúa la moneda feble Bs en el mercado de divisas. Una moneda débil y con baja confianza debido a la inflación y a la falta de Reservas Internacionales Netas se deprecia rápidamente frente a otras monedas (peor escasas como el $us), encareciendo las importaciones y exacerbando la inflación.
Sumado a que, por grosera ignorancia y negligencia de los ignaros Chuquiaboys, las RIN fueron saqueadas, Bolivia tiene menos capacidad para intervenir en el mercado cambiario para estabilizar su feble moneda. Lo que genera aún más inestabilidad cambiaria y empeora la devaluación de la moneda cuyo poder adquisitivo cada vez es menor.

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