ਉਹ 1 de mayo es una fecha especial en nuestro calendario, un día para celebrar y reconocer el incansable esfuerzo de los trabajadores bolivianos. En medio de los desafíos económicos y las dificultades financieras que enfrentan tanto las empresas como los trabajadores, es importante detenernos y reflexionar sobre la valentía y la dedicación que cada uno aporta en sus respectivos roles.​

Es innegable que la empresa privada se ha visto afectada por un clima de incertidumbre y por una disminución de la inversión pública, que solía ser un pilar fundamental del crecimiento económico. Las adversidades también provienen del ámbito externo, ya que la escasez de dólares ha encarecido la importación de insumos y de bienes de capital, y ha limitado la capacidad de inversión de las empresas.

La resultante desaceleración económica y la falta de inversión, tanto pública como privada, al final está precarizando el empleo. Muchas empresas –grandes, medianas y pequeñas–, tienen dificultades para cubrir los salarios de sus empleados y no están en condiciones de crear nuevas fuentes de trabajo.

Esta situación afecta a todos los trabajadores bolivianos: los formales y los informales. Los que tienen la suerte de contar con un empleo formal, que representan menos del 20% del total, enfrentan dificultades para cubrir sus gastos mensuales. Por otro lado, los trabajadores informales, el más del 80% restante, se ven obligados a emprender por cuenta propia, pero apenas logran mantener una economía de subsistencia, y el Estado no proporciona las condiciones para formalizar sus pequeños emprendimientos.

En medio de esta crisis, surge una oportunidad para reflexionar sobre la relación entre los trabajadores y las empresas en el contexto actual. Bolivia necesita frenar urgentemente la precariedad laboral, y esto solo se logra reactivando el sector privado y fomentando la creación de nuevos empleos formales y de calidad. Para empezar, esto implica erradicar el estigma de que los trabajadores y las empresas son adversarios, una idea alimentada por el viejo paradigma que retrata a los empresarios como explotadores y a los empleados como explotados. Sin embargo, es justo reconocer que los tiempos han cambiado.

Las empresas ya no son los oligopolios inescrupulosos que explotaban a los trabajadores hace mucho tiempo. ਇਸ ਤੋਂ ਇਲਾਵਾ, los trabajadores, gracias a las luchas en las que se inspira la celebración de hoy, han logrado legislaciones laborales que protegen sus derechos. En este nuevo contexto, las empresas operan en mercados altamente competitivos, donde la productividad y el bienestar de los trabajadores son fundamentales para producir bienes de alta calidad al menor precio. Una empresa que cuente con un personal motivado, satisfecho y capacitado tendrá una ventaja competitiva significativa. Por lo tanto, es evidente que el nuevo paradigma es de colaboración y beneficio mutuo entre empleador y empleado.

Este enfoque colaborativo representa un círculo virtuoso que genera riqueza e impulsa el crecimiento de la economía en su conjunto. Si los gobernantes adoptaran este concepto tan simple como verificable, orientarían sus políticas económicas y laborales hacia la creación de empleos de calidad, es decir, empleos formales que proporcionen a los trabajadores salarios adecuados, beneficios sociales y una alta movilidad profesional.

En el Día del Trabajador, celebremos el esfuerzo y la dedicación de los trabajadores bolivianos, y recordemos la importancia de cultivar una relación de colaboración entre empleadores y empleados. Solo a través de esta colaboración podremos construir un futuro próspero y beneficioso para todos los bolivianos.

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