En los complicados caminos de la psicología humana, existen fenómenos intrigantes que desafían nuestras percepciones convencionales. Uno de éstos es el denominado: síndrome del ángel, un concepto que ganó atención en los círculos psicológicos y médicos en los últimos años.

Este síndrome, marcado por un comportamiento aparentemente altruista y servicial, oculta complejidades psicológicas dignas de análisis profundos. Descrito como una configuración especial en la que un individuo evade enfrentar conflictos, se caracteriza por comportamientos altruistas de apaciguamiento, seducción y arreglos permanentes ante situaciones que exigen confrontación.

Según Reynaldo Perrone, psiquiatra de nacionalidad francesa, terapeuta individual, de pareja y familiar, quienes padecen este síndrome experimentan una ansiedad insoportable ante la confrontación directa, optando por retirarse de la situación. Porém, lo distintivo del síndrome del ángel es que esta actitud de evasión se convierte en una fuente de pena y culpabilidad para el sujeto.

“Se trata, pues, de una configuración especial en la que un sujeto se da cuenta que no tiene la capacidad de afrontar los conflictos, razón por la que él mismo busca comportamientos de apaciguamiento permanente, de seducción y arreglo de las situaciones que exigen una confrontación”, dice el experto que participó en el congreso internacional de terapia familiar que se realizó del 18 ai 20 de abril en Santa Cruz de la Sierra, organizado por la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.

El experto sugiere que este síndrome puede estar arraigado en una variedad de factores, que van desde experiencias de vida pasadas hasta la necesidad de validación y aceptación social y que, sólo cuando la persona que lo padece se da cuenta de su incapacidad para afrontar el conflicto, recién busca ayuda profesional para abordar este aspecto de su personalidad.

Lo que hace aún más compleja esta condición es la manera en que el individuo asume la agresión recibida y adopta una postura angelical, encontrando justificaciones y razonamientos para culpar al agresor, a menudo argumentando que este último es quien sufre las consecuencias de su propio comportamiento violento o irrespetuoso.

Este fenómeno lleva al individuo a considerarse a sí mismo como una víctima virtuosa, mientras desplaza la responsabilidad hacia otros.

“En el síndrome del ángel, el sujeto sufre una agresión, la admite angelicalmente y encuentra argumentos de justificación y maneras de razonamiento en los que muestra que es, sobre todo, el que agrede, a veces violentamente o con falta de respeto, el que se perjudica a sí mismo con su comportamiento y no él. O sea, se sustrae al acto mismo de la violencia del que es víctima”, puntualiza el experto y miembro de la EFTA (European Family Therapy Association) y director de Estudios del IFATC, en Lyon, Francia.

El tratamiento de esta configuración psicológica es particularmente desafiante, ya que aquellos que la padecen pueden aferrarse a la identidad de víctimas, encontrando placer en esa posición.

En estos casos, los terapeutas deben abordar cuidadosamente esta dinámica para fomentar un cambio real en la percepción y el comportamiento del individuo.

Unifranz

Evidentemente, el síndrome del ángel es un fenómeno complejo que ilustra la forma en que algunos individuos eluden el conflicto

“Son configuraciones difíciles de tratar porque pueden instalarse en una posición en la que les encanta ser víctimas”, aclara Perrone.

Evidentemente, el síndrome del ángel es un fenómeno complejo que ilustra la forma en que algunos individuos eluden el conflicto y se aferran a una identidad de víctimas inocentes. Solo a través de un tratamiento psicológico comprensivo y perspicaz se puede esperar una resolución positiva para aquellos que luchan con esta condición.

Según Perrone, hasta ahora, la atención de los investigadores y de los expertos respecto a la violencia estaba dirigida hacia el análisis y la comprensión del acto violento y de su significación (relacional y social) y no hacia la elaboración de las manifestaciones y consecuencias ligadas a la ausencia de agresividad, enfoque trabajado por Perrone a partir de la identificación del síndrome del ángel.

“Muchos estudios y esfuerzos fueron dirigidos a crear modelos de intervenciones destinadas a reducir el impacto de la violencia, pero muy pocos se consagraron a elaborar técnicas adecuadas para mejorar la expresión de la agresividad. En suma, toda la atención se focalizó -desde hace decenas de años- en las manifestaciones objetivas de la agresividad, y ninguna mirada fue dirigida hacia la falta de esas manifestaciones; en consecuencia, nunca se reconocieron las penosas experiencias de los individuos carentes de agresividad. Esta falencia provocó malentendidos, críticas y juzgamientos morales de descalificación para estas personas”, dice el psiquiatra a tiempo de puntualizar que “esta falla, esta deuda con ellos, ha sido reparada”.

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