No hay tanta plata en el país como había antes, fue la contundente afirmación del presidente Luis Arce el domingo en una zona rural. Fue la primera vez que admitió esta realidad, aunque puede haberse arrepentido ya que su ministro de Economía, Marcelo Montenegro, dio ayer una conferencia de prensa para consolidar una interpretación de las palabras del primer mandatario. “El presidente dijo que no hay tanta plata como antes, no dijo que no hay plata”, aseguró.​

Pese a la evidente contradicción entre el ministro y el presidente, lo cierto es que no hay recursos económicos para despilfarrar y que, lo que hay, se debe utilizar de manera estratégica para atender las necesidades más importantes de la población.

En la conferencia de prensa, el ministro de Economía remarcó que, aún con poco dinero, hay la mayor inversión pública desde el siglo pasado, que el país ha honrado el servicio de la deuda externa de manera puntual, que el crecimiento ha sido mayor que el pronosticado por organismos internacionales.

El presidente Luis Arce dijo que el gas se ha agotado. Y el ministro afirma que los soportes de la economía serán: mayor eficiencia en la recaudación de los impuestos existentes, la minería y la industrialización, donde -según sus afirmaciones- está yendo la inversión pública en este momento. Antes, desde el Gobierno también expresaron su apuesta a la demanda interna para movilizar la economía, aunque los empresarios sienten una paralización de los negocios.

En síntesis, la expresión: “No hay tanta plata como antes”, sincera la realidad del país. En el sector privado, la escasez de dólares y el costo social del empleo tras el incremento salarial, están dejando que haya menor inversión, que se restrinjan las fuentes de trabajo formal y que los precios se encarezcan en el mercado.

El Gobierno y la Central Obrera Boliviana (COB) aprobaron recientemente un incremento al salario mínimo nacional del 5,85% y al haber básico del 3%. Esta medida implica un costo de millones de bolivianos para el sector privado y otro tanto para el sector público, en un tiempo en el que “no hay tanta plata como antes”. En contrapartida, no se ha sabido de medidas de austeridad en los poderes del centralismo y muchos piensan que se sigue empleando y derrochando como cuando “había tanta plata”.

La realidad expresada por el presidente requiere medidas integrales, porque ya se sabe que el problema existe. No está bien quedarse en la búsqueda de culpables y señalar precisamente a los adversarios políticos. Es cierto que la Asamblea Legislativa tiene secuestradas las leyes que darán luz verde a los créditos, pero aunque estas se aprobaran, no serviría de nada si no hay una política integral de austeridad que demuestre responsabilidad con el país.

Mientras se sigue invirtiendo en varias empresas que son deficitarias, hay gobiernos subnacionales casi quebrados por los recortes presupuestarios que se disponen desde el centralismo. Mientras aún hay “obsequios” a los sindicatos afines al MAS, hay carencias en todos los espacios que se deberían priorizar.

En síntesis, no hay tanta plata como antes y esta confesión presidencial marca un punto de inflexión. Es preciso que las señales de ahorro y de responsabilidad con el momento salgan del mismo Poder Ejecutivo nacional. Es lo que se espera de un presidente estadista.

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